Un claim es la frase que te atrapa, esa combinación mágica de palabras que se queda grabada en tu mente y te hace pensar «¡Vaya, esto mola!». Es como el gancho perfecto que las marcas usan para pescarte y que no puedas dejar de pensar en ellas.
¿Te suena aquello de «Just Do It» o «I’m Lovin’ It»? Pues eso son claims en toda regla, auténticas obras maestras del marketing que han conseguido colarse en nuestro día a día casi sin darnos cuenta. Pero no te creas que esto es cosa de cuatro multinacionales con presupuestos estratosféricos. El claim es el arma secreta de cualquier negocio que se precie, sea grande o pequeño.
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¿Qué demonios es un claim y por qué debería importarte?
Imagina que tu marca es como ese amigo que siempre tiene algo interesante que decir. El claim sería esa frase ingeniosa que suelta y que hace que todo el mundo se gire para mirarlo. Es la esencia de tu marca destilada en unas pocas palabras, como un chupito de puro marketing que se te sube a la cabeza y no puedes olvidar.
Pero ojo, que crear un buen claim no es coser y cantar. No vale con soltar lo primero que se te ocurra y esperar que funcione. Un claim potente es el resultado de horas de quebraderos de cabeza, litros de café y alguna que otra crisis existencial del equipo creativo.
Los ingredientes secretos de un claim irresistible
Para cocinar un claim que se te pegue como una canción de verano, necesitas:
- Originalidad a tope: Nada de copiar al vecino. Tu claim tiene que ser tan único como tu huella dactilar.
- Brevedad es virtud: Si no puedes soltarlo de un tirón, mejor vuelve a la mesa de dibujo.
- Pegadizo como un chicle: Tiene que resonar en la cabeza del cliente como esa melodía que no puedes dejar de tararear.
- Relevancia máxima: Debe conectar directamente con lo que ofreces. Nada de fuegos artificiales sin sustancia.
Claims que han pasado a la historia (y por qué)
Algunos claims han conseguido lo que muchos solo sueñan: quedarse a vivir en nuestra memoria colectiva. ¿El secreto? Una mezcla explosiva de ingenio, oportunidad y, seamos sinceros, un pelín de suerte.
Toma por ejemplo «Because you’re worth it» de L’Oréal. Esta frase no solo vende champú, vende autoestima embotellada. O «Think Different» de Apple, que con solo dos palabras te está diciendo «Eh, tú, sé un rebelde y cómprate un Mac».
Cómo dar en el clavo con tu claim
Vale, ya te has convencido de que necesitas un claim que rompa. Pero, ¿cómo narices se hace? Aquí van unos trucos para que tu cerebro empiece a carburar:
Conoce a tu público como la palma de tu mano. Si no sabes quién es tu cliente ideal, ¿cómo vas a hablarle? Investiga, pregunta, espía un poco (legalmente, claro) y descubre qué les quita el sueño.
Juega con las palabras como si fueran piezas de Lego. Combínalas, dales la vuelta, créate un trabalenguas si hace falta. A veces, la magia surge de donde menos te lo esperas.
Sé honesto, pero con gancho. No prometas la luna si solo puedes ofrecer un foco. La autenticidad vende, pero tiene que tener chispa.
El claim perfecto: misión imposible (pero casi)
Crear el claim definitivo es como buscar el Santo Grial del marketing. Puede que no exista, pero eso no significa que no debas intentarlo. Cada intento te acerca un poco más a la excelencia.
Recuerda que un buen claim es como un buen vino: mejora con el tiempo. No te desesperes si no das en el clavo a la primera. Prueba, ajusta, vuelve a probar. Y cuando creas que lo tienes, pruébalo con tu público. Sus reacciones te dirán si vas por buen camino o si es hora de volver a la casilla de salida.
En el fondo, un claim es una promesa que haces a tus clientes. Asegúrate de que sea una que puedas cumplir, pero que también les haga soñar un poco. Porque al final, eso es lo que todos buscamos: marcas que nos entiendan y nos hagan sentir especiales.
Así que ya sabes, ponte manos a la obra y crea ese claim que hará que tu marca brille con luz propia. Y recuerda, en el mundo del marketing, a veces menos es más. Un claim potente puede ser la diferencia entre ser recordado o caer en el olvido. ¿Estás listo para dejar tu huella?