Un instructivo bien hecho puede ser la diferencia entre el éxito y la frustración para tus usuarios. Conseguir que las personas sigan un conjunto de instrucciones de manera eficaz y sin enredos es todo un arte. Vamos a ver cómo lograrlo con unas cuantas técnicas que hacen la tarea mucho más sencilla.
Índice
La claridad del propósito
Siempre es importante que el objetivo de tu instructivo sea claro desde el inicio. Si el usuario sabe exactamente qué va a lograr con tu guía, será más fácil que se enganche y siga leyendo. Un instructivo debe dejar claro el propósito sin rodeos. Por ejemplo, si estás haciendo una guía de montaje, empieza por explicar qué producto final se obtendrá.
Para lograr esta claridad, utiliza oraciones directas y evita el lenguaje técnico siempre que sea posible. De este modo, te aseguras de que cualquier persona, independientemente de sus conocimientos previos, pueda comprenderlo sin problemas.
El esquema adecuado
Estructurar tu instructivo de manera lógica es fundamental. Comienza con una lista de materiales si es necesario, para que el usuario sepa qué necesita desde el primer momento. Después, desglosa el proceso paso a paso, asegurándote de que cada etapa se entiende por completo antes de avanzar a la siguiente.
- Divide las instrucciones en pasos numerados si el proceso es largo o complejo. De esta manera, el usuario puede seguir el progreso y no perderse en el camino.
- Usa listas no numeradas para ítems que no requieren un orden específico pero son igualmente importantes.
Recuerda siempre usar negritas y cursivas para resaltar puntos clave y palabras técnicas. Por ejemplo, si necesitas un destornillador específico, podrías escribirlo así: Necesitarás un destornillador plano de tamaño mediano.
Apoya con imágenes y diagramas
Un instructivo sin imágenes es como una receta sin ingredientes. Las imágenes permiten que tu usuario visualice cada paso, reduciendo la confusión. Utiliza fotografías claras y diagramas sencillos para ilustrar cada acción que describas. La clave está en que sean imágenes de alta calidad y bien iluminadas, que muestren con claridad lo que estás explicando.
Si el texto dice «coloca la pieza A sobre la pieza B», asegúrate de que la imagen corresponda exactamente con esa acción. No subestimes el poder de una buena ilustración.
El lenguaje y tono adecuados
Hablar de tú a tú con tu usuario es clave. Evita el tono impersonal y opta por uno más cercano y amistoso. Un lenguaje sencillo y directo ayuda a mantener la atención del lector. Si explicas cómo configurar un dispositivo, podrías decir: «Conecta el cable rojo en el puerto A» en lugar de emplear tecnicismos que puedan alienar.
La empatía es tu mayor aliada. Piensa en los posibles errores o confusiones que puedan surgir y aborda esos puntos en tu instructivo. Así evitas que el usuario se trabe en un paso y no sepa cómo continuar.
Testea tu instructivo
Antes de dar por finalizado tu instructivo, asegúrate de que ha sido testeado por alguien externo. Un par de ojos frescos pueden detectar fallos o confusiones que tal vez pasaste por alto. ¡Haz que alguien lo siga al pie de la letra y observa dónde se atoran!
Nada mejor que recibir retroalimentación directa para pulir los detalles finales. A veces, una palabra mal escogida puede hacer un mundo de diferencia en la comprensión.
Actualizar es esencial
mantén tu instructivo siempre al día. Las tecnologías y procesos cambian y es fundamental que tu guía no quede obsoleta. Estar atento a los avances y ajustes necesarios te convertirá en una referencia fiable para tus usuarios.
Siguiendo estos pasos y recomendaciones, estarás en el camino correcto para crear instructivos que realmente cumplan con su propósito, ayudando a otros a concretar sus tareas de manera sencilla y efectiva.